domingo, 15 de junio de 2008

Siguiendo las nubes



Casi todo el mundo sube a Santa Elena y se encuentra con el frío, esa montaña donde vivía Heidi con su abuelo, el mundo mágico de los duendes yace en ese paraje espiritual....
Estaba cayendo la noche y caminaba con Estefanía de la mano, las nubes cubrían la montaña verde y brillante, estábamos adentro de una densa masa de aire y sin embargo todo se veía con suma claridad. Los árboles respiraban y en su corteza había figuras verdes, moradas, naranjas brillantes. "Tómame la mano que tengo miedo" me dijo Estefí y bajamos por la carretera sin mirar, cerrando los ojos y buscando el rumbo a través de la percepción. Cuando todo se vuelve oscuro, luego de un buen rato en el camino de los sueños, existe una luz, un destello que ilumina la vía a casa. El frío iba aumentando en la fría montaña y las manos de Estefí temblaban cada vez más. El ruido de la lluvia, sumado a los relámpagos y rayos que retumbaban en el más allá, envolvían el ambiente, le daban un destino de suspenso. Ella tiene 9 años y una imaginación impenetrable. A veces es una diosa, a veces sola una niña, sin embargo su mirada me mostró el sendero, truena y truena y sonará el tambor.....
Adelante (por suerte para algunos) nos guiaban los duendes, vestidos de marrón y negro, sus sombreros llevaban una pluma de Guacamaya, gente de la montaña, gente de Santa Elena. Entre los árboles mágicos se iban camuflando, librados del sueño eterno en el que viven, ahí van los duendes...

Las vacas lecheras están más cerca del cielo, eso creo, como la cebollas, están arriba en la montaña perdida. Y cuantos quilómetros hay que recorrer, cuantos destinos hay que conocer para entender ciertos comportamientos, ciertos miedos que a la distancia parecen funciones desconocidas, y bien de cerquita son amores inolvidables. Circo, fuego, aire, agua, relatos increíbles....

Antioquia, tierra de fantasía, donde crecen las ilusiones, donde desaparecen los escombros y surge la alegría. Santa Elena, Río Negro, Jardín, Santa Fé, el Valle de Aburra....

Tierras de esperanzas