miércoles, 26 de septiembre de 2007

El aeropuerto 2º parte


El golfo de Urabá es una extensión que recorre 70 kilómetros desde Cabo Tiburón hasta Punta Arenas, un bastión que comparten los departamentos del Chocó, Antioquia y Córdova. Según las crónicas del Fray Bartolomé de las Casas la ciudad de Santa María de la Antigua del Darién, fundada a finales de 1510, fue la primera ciudad americana asentada en tierra firme, y adoptó su nombre en homenaje a la Virgen de la Antigua, natural de Sevilla, España. Esta vieja villa estaba situada en la llamada zona intertropical, ubicada entre el trópico de cáncer y el de capricornio. Carlos tuvo pesadillas muy extrañas esa madrugada, aunque la capacidad de almacenamiento de su cerebro estaba lejos de convertirlo en un orinonauta. El día amaneció despejado, acompañado por un suave viento que soplaba desde la montaña. Cuando abrió sus ojos, pequeños y tristes, Carlos tuvo la desagradable sensación de que un pájaro carpintero estaba tallando la puerta de su próximo hogar, mientras él huía de la guadaña de la muerte. El paisa tenía como objetivo llegar al pequeño baño de su hogar, pero un fuerte zumbido, sumado a un extremo dolor en lo más profundo de las sienes lo devolvieron a su habitual posición horizontal. Él trato de enlazar sus pensamientos, sus últimas acciones antes de caer en el más hondo de los sueños. Sin embrago está tarea se tornaba en una misión imposible. Carlos tenía una estructura corporal muy pequeña. Sus brazos eran cortos, sus piernas arqueadas hacia adentro como dos paréntesis que se buscan en los vértices. La nariz del paisa era aguileña, y sobre la circunferencia de su cráneo tenía un círculo que según su filosofía, demostraba sus años de experiencia. Carlos solía decir “Esta pelada es la experiencia de la vida”, mientras acariciaba la brillosa zona craneal. Esa turbulenta mañana nuestro personaje no se acordaba ningún detalle de la noche anterior. Sin embargo a pocos metros Gladis, la ahora difunta esposa de Rubén, estaba esperando a la policía del pueblo, sosteniendo el cadáver, envuelta en una furia arrolladora. Gladis había encontrado a Rubén al amanecer, tirado sobre el pasto, con una sonrisa en el rostro, y un machete cubierto de sangre a su lado. Ella había llamado a la policía al instante, tal vez habían sido ellos los culpables de la muerte de su esposo, ó tal vez podrían esclarecer los hechos de este crimen. Gladis sospechaba de todos y todo lo que se cruzaba en su camino, sabía que el asesino estaba cerca, pero no sabía cuán cerca. Carlos se levantó finalmente y se acerco al limonero, la sed de la resaca lo había invadido de repente. Preparó una limonada y se sentó, tratando de recordar los acontecimientos del día anterior. De repente bajó la mirada y advirtió que sus pequeñas manos de mono aullador estaban regadas en sangre. “Carlos, Carlos anda por ahí “escuchó nuestro personaje mientras intentaba clarificar el origen de tales manchas peligrosas. El jefe del Das de Capurganá(Departamento Administrativo de seguridad colombiana), Camilo Torres, estaba entrando a la finca, el último bastión habitable antes de la selva del Darien. Camilo tenía destruido el labio inferior, más específicamente el surco horizontal llamado surco labiomentoniano, y esto impresionaba al verlo por primera vez. “¿Carlos, como estás?, mira me acabo de enterar que murió Rubén y quería avisarte para que te acercaras a Gladis, parece que lo degollaron ayer por la noche”, sugirió Camilo mientras Carlos estaba en el baño intentando quitarse la sangre de las manos. "Camilito ya estoy con vos, es que me estoy lavando la cara", Carlos se fregaba los brazos con el jabón de tierra, salpicando el lavado y la puerta del baño. Estaba muy nervioso, las gotas de transpiración caían desde su frente, su cara, su espíritu, mientras imaginaba el peor desenlace de esta historia. Él sabía que tenía alguna relación con la reciente muerte de su vecino, aunque no podía establecer cual, ni podía enumerar los hechos de la noche anterior. Ese era su mayor terror, el haber perdido la memoria inmediata. Afuera mientras tanto esperaba sentado en una baqueta de madera Camilo Torres, el hombre que seguramente se lo llevaría detenido para averiguar sus antecedentes e interrogarlo hasta encontrar su posible culpabilidad. Carlos sabía que había que encontrar algún culpable para resolver esa historia y mantener la habitual tranquilidad en el pueblo. Si hubiese que elegir una escapatoria a esa encrucijada seguramente la ventana del baño hubiese sido la mejor opción, y como Carlos a esa hora de la mañana no podía pensar en otra opción se deslizó lentamente por la rendija del ventanal, y luego de tomar silenciosamente el machete limpió que estaba apoyado sobre la pared trasera de la casa decidió su destino: una carrera hacia el grueso de la selva.
Que sería peor, quedarse esperando su casi segura sentencia en el pueblo, su muerte anunciada ó intentar la proeza de atravesar la impenetrable jungla que se imponía delante de él, esperando a su presa, buscando su próximo destino.

Continuará…

lunes, 17 de septiembre de 2007

El aeropuerto


Estaba caminando por un sendero asfaltado de dos kilómetros de largo y 4 metros de ancho aproximadamente. Volvía de una juntada con los amigos del pueblo, un selecto grupo que se involucraba en las tardes y solía conectar palabras interesantes mientras las horas transcurrían en una cruzada contra el tiempo. Caminó por la pista del aeropuerto hasta llegar al camino de lodo, un pantano rodeado por una vegetación selvática, un campo que crece en flora y fauna hacia arriba, el monte que muestra sus colmillos y respira por la noche. Atravesó el camino saludando al aire, a los caballos, a las culebras; los pocos vecinos que sentían su olor se alejaban de sus pasos, aunque él los perseguía, les hablaba, tomaba sus brazos y sus manos, les prometía un buen número de papayas para la mañana siguiente. Intentaba caminar en línea recta, tarea extremadamente difícil en está situación, teniendo en cuenta que su visión había perdido el sentido del equilibrio y sus pasos eran círculos imperfectos. "¿Qué puto negro me quiere llevar ehhh?, ¿qué puto negro me quiere llevar?" se le oía decir, "Yo pago lo que sea, lo que sea" insistía su voz en la oscuridad. La luna estaba escondida, el brillo de las luciérnagas entregaban algún destello de luz al ambiente. Carlos tenía miedo, aunque ya a sus 44 años había catapultado su vida dedicándose a la bebida. Él pensaba en volver a España, pronto regresaría al viejo continente. Había sido deportado en diciembre, tras una ardua investigación de la migración española. La secuencia había sido simple: "Por Favor el Señor Carlos Sánchez, lo estamos buscando para un trabajo...". Esta vil mentira lo había depositado en un avión directo a Bogotá, para luego transportarlo hacia Capurganá, pueblo fronterizo con el vecino país de Panamá. Él quería volver, pero su única posibilidad estaba en el mar, en el barco de un primo que zarparía hacia Lisboa el próximo febrero. Estaba atrapado en la frontera, estaba varado en Capurganá. Se balanceaba estrepitosamente, aunque no caía nunca al suelo, no hasta el momento. Su tarde había empezado con aguardiente antioqueño, para luego mezclarlo con el roncito Caldás. Su excusa: "Alegramos el domingo gente"; su verdadera razón: los recuerdos paseando con la guerrilla por el monte, las FARC habían marcado buena parte de su vida, sumado al recuerdo de su hija Clarisa, a quien no veía desde hacía muchos años. Caminaba con una pequeña vela en la mano, tal vez para divisar algún animal que anduviera cazando por la noche, tal vez para sumar suspenso a está historia. A lo lejos vislumbro una luz. Pasó la cerca cubierta con alambre de púas y se dirigió hacia ese destello que veía entre toda esa oscuridad. Rubén estaba sentado en el quincho (puede ser también el ante jardín) mientras disfrutaba de la magia que le ofrecía el aire selvático de la noche, sin siquiera pensar en el futuro que se le avecinaba. "Oigalo entonces Rubén" grito Carlos al ver a su vecino. "Usted está bien rascado mi amigo Carlos, venga siéntese entonces, disfrute de la tranquilidad de la noche" le contestó Rubén, invitándolo a descansar después de caminar por el fango, tan oscuro, tan borracho. Fue en ese instante, quizá no estaba premeditado, o quizá lo había pensado toda la noche, cuando Carlos se le abalanzó a Rubén, desmedido en su acto. Rubén intentó quitárselo de encima, aunque la tarea se torno agresiva, imagínense a un toro tomado por los cuernos, peleando contra su torero, firme y decidido en su acción. "¿Qué pasa con usted Carlos? suelteme.... Estás Fueron las últimas palabras de Rubén en este mundo. El frío machete de Carlos atravesó su cuello y lo corto como a una gallina. El silencio de la noche volvió otra vez, envolviendo el ambiente y la vela se apagó de repente...

Continuará.....

martes, 11 de septiembre de 2007

Varieté en Colores (Los niños sorprenden)






La inocencia de un niño. Estas son algunas de las frases que escuchamos ese día

- " Usted es un payaso loco"

- " ¿No me da su autógrafo?"

- " Alegría, alegría "

- " Quiubo parcero !!! "

- " ¿Por qué suben tan arriba si viven tan abajo?"

- " ¿Usted es un circo? "

- " ¿En donde vive usted hay monedas como acá? "

- " ¿Usted es el que estaba vestido de superman? "

- " ¿Y tu mamá dónde está? "


1. intr. Hacer algo con alegría y con el solo fin de entretenerse o divertirse (Muma)

Porque nunca olvidemos a ese niño que todos tenemos dentro y que está ávido por reírse a carcajadas (Camelia).

domingo, 9 de septiembre de 2007

Varieté en colores






5.30, el despertador está sonando muy fuerte, todavía es de noche afuera y una ráfaga de frío está entrando por debajo de la sábana. Estoy en Orange todavía, en el bar donde vivo desde hace ya algunos días. La habitación es oscura, aunque una luz tenue entra por la puerta formando un ojo en la pared. Un par de mariposas de papel mache cuelgan del techo, a la derecha hay un palo de agua y sobre la puerta descansan tres toallas, dos en la parte superior y una en la manija. Las paredes son blancas, aunque algo manchadas por la humedad que debe deribar de un caño perdido en el revoque. Me levanto y camino por el pasillo oscuro ( nota mental: para este trabajo tan meticuloso hay que estar alerta de no golpearse con ningún objeto)hasta llegar al baño. Luego de lavarme los dientes mientras busco abrir los ojos, me preparo el desayuno. Una arepa con manteca y azúcar y un chocolate bien caliente para afrontar el día que tengo por delante. Mientras termino de disfrutar el brebaje me percato de mi impuntalidad frecuente y salgo disparado hacia la avenida 33, lugar recorrido ya por el autor en notas anteriores. Una densa neblina baja por la montaña, una masa de aire condensado que derrocha pequeñas gotas sobre mis hombros. Me subo a la buseta y mientras me siento en el tercer asiento empiezo a despabilarme. Los autos mantienen las luces prendidas, aunque el sol de a poco se va asomando. Bajo a las apuradas y me subo al "Metro de Medellín" (tren y orgullo de la ciudad que se desplaza como el monorriel de los Simpson), en la estación Exposiciones. Me siento en una silla mientras una voz (nose si es mi inconsciente o los parlantes) me da la bienvenida en inglés, y me desea un buen viaje. Luego y tras un rato de espera en la estación me uno a los demás actores, un grupo de artistas rigurosamente elegidos para componer los personajes. Subimos a la montaña gracias al metro cable (teleférico, orgullo también de la ciudad) y llegamos a Santo Domingo, uno de los barrios más hermosos de Medellín. Es una escalera interminable, un pueblo dentro de una ciudad. Algunas casas son de colores, otras simplemente de chapa y están sostenidas por algunos bloques de cemento. Caminamos por esos caminos tan intensos y llegamos a la escuela Santa María. La puerta es azul eléctrico, las paredes blancas y desde allí se vislumbra la montaña, una grada que observa a sus pequeños jugar en la inmensidad. Nos sumerjimos en los personajes, nos vestimos, nos maquillamos, nos preparamos.
Así empezamos a viajar por el mundo Varieté (Creo que todavía estoy viajando)...
"Érase una vez una tierra de fantasía, un paraíso terrenal donde la flora y la fauna convivían en armonía y libertad...

sábado, 1 de septiembre de 2007

Colgado del espejo



Hay tanto humo en la habitación. El ventilador gira de derecha a izquierda, planeando cerca del techo. Él tiene puesto un traje verde oscuro y lo combina con un par de zapatos marrones, bien lustrados. Ella calza un vestido largo y azul, una tela muy fina camina por su cuerpo. Retumban las campanas de la iglesia, un sinfín de golpes perfectamente sincronizados, con el objeto de avisar la hora estipulada por el calendario gregoriano y respetada en toda la superficie de ¿razonamiento?. "Te doy todo" dice cuando la mira a ella. Su cuerpo es una telaraña de símbolos oblicuos, una cintura perfecta, quizá detrás de esos ojos todavía se esconde el mar de fondo, una red turquesa cubre su pupila. Se abrazan y empiezan a flotar en la habitación, perdiendo el sentido de la gravedad. El techo es alto, tal vez supera los cuatro metros. Las paredes están pintadas una sobre otra. Hay un color salmón arriba; el techo es blanco y hacia el piso se desliza un amarillo aguado hasta chocarse con la baldosa bordo que está pulida y brilla. No dejan de mirarse, se enredan las piernas en el aire, todo gira en la habitación. De repente, oscuridad..
Caen al piso abriendo las piernas, formando un círculo perfecto. Una pequeña luz brilla en el espejo, un secreto que va creciendo con el correr del tiempo. La luz se enciende otra vez y los objetos giran formando un triángulo equilatero. Entran al espejo, un campo magnético que absorbe todo con su mirada. Ella se queda, él se va al mundo de la imaginación. Ella se despierta, abre los ojos y asume que solo somos energía que pasa entre el tiempo y los pensamientos. Él todavía la busca en el espejo, está en el mundo de la televisión, el plano físico de la ciencia ficción.