miércoles, 19 de diciembre de 2007

El día a día, la vida Chamo...

Estoy en el aire, estoy saboreando el pollo con salsa de mango, una última brisa de aire me da un gran impulso, me lleva a develar una incógnita. Una extraña sensación me invita a pensar que hay algo más detrás de esa puerta, una luz en el infinito. La historia con Pelusa fue libre desde el primer momento, free si me entiendes?, ambos sabíamos que mucho no podía durar, no valía la pena precipitarnos, pensar en un futuro cuando ser joven es una bendición. Sin embargo, que se haya encontrado con ese montañero sí que me dejo sin aliento, a mí haberme dejado por ese grandulón, así es, así son las chicas. Aunque estaba dolido por la situación (poco lo demostraba igualmente) me quede en la playa, me atrapo la suavidad, el aire de mar, esa atmósfera perfecta entre los caracoles y la arena. Los fines de semana comíamos mariscos y tomábamos ron, buen ron. En la semana nos buscábamos la vida, tu sabes, rastrillando la basura, alguna buena frutica y a bañarnos al río. "Hay que seguir viajando mi hermano" eso me dijo una noche sin estrellas Cara de Loco. Él era extranjero, del sur me dijo, aunque nunca le entendí bien de que país. El tipo era flaco, tenía la mirada perdida, buscando siempre alguna anécdota que contar. Un perro digno, dispuesto a ayudar a quien lo necesite, solitario, melancólico, pensando siempre a la luz de la luna. Chicharron andaba con él a veces también, aunque Cara de Loco era solo, andaba solo. Él me enseño mucho, un idealista. También estaba La Viejita, la más respetada entre los perros de la playa. Ella andaba de costado, con sus tetillas cerca del suelo, tan dulce, tan especial. Luego de haber masticado burda de huesos sus dientes delanteros estaban flojos, pero su vitalidad y sabiduría crecían día tras día. Ella me ayudo mucho cuando llegue a la playa, me adoptó, me mostró como se guerreaba, el día a día, la vida Chamo. Ni las garrapatas nos paraban en ese entonces, éramos libres, éramos la revolución. Un día llego, a todos nos llega y a Cara de Loco le llego. Era una tarde hermosa, los zancudos nos rasguñaban la espalda, la Viejita se rascaba mientras me sacaba la lengua, guiñándome los ojos, tan linda. Yo cantaba " y me pongo loco y fantaseo con el mar" volvía en mí, miraba al horizonte y más allá, cuando de improvisto llegó Chicharon. "Que pasa Chicha" le dije, y él solo me miro, esa cara de zorro triste me avisaba una nueva fatalidad; "Hey Caramelo es Cara de Loco, está mal". Todos corrimos, aunque llegamos tarde, muy tarde. Cara de Loco yacía tirado en la arena, con una herida abierta en el pescuezo, tiritando, indefenso entre el dolor y lo desconocido. Lo miré, me miró, nos unimos en un solo ladrido de auxilio. "Fue el Negro, el que está con Pelusa" me dijo Chicha. Volteé la cabeza y ahí estaban esos ojos amarillos, punzantes, buscando saciar su hambre. Fue entonces cuando fuimos por él. Los Valientes perros buscan al asesino, pensé que dirían los periódicos, pero solo nos quedamos viéndolo, sin poder decirle nada. Pasaron los días y enterramos a Cara de Loco, todos lloramos al extranjero. La vida siguió en la playa, pero la vibra no era la misma, menos música, más Ron. Sí, me perdí en la bebida, en la depresión. La magia estaba en el aire, aunque no la encontraba, tu sabes, aparece en el momento preciso. Chicha se fue, se enamoro de un coronel, como la farolera, y partió hacia Puy Puy, nunca más lo volví a ver. Yo por fin coroné una familia de maracuchos, y me fui de la playa y de Pelusa. Empecé a comer bien, a jugar al golf los fines de semana, whisky and Rock n´Roll. Siempre voy a extrañar esos días de aventuras. Nunca volví a ver a ninguno, aunque a veces se me aparecían en la mente, buscándome, persiguiendo el sueño venezolano.
La última escena que recuerdo de mi vida fue cuando se abrió esa puerta, allí estaba, tan hermosa, con ese ángel en sus ojos, sus piernas delgadas, su dulce mirada, primavera y frutillas con crema. No, no era Pelusa, era la Viejita que me invitaba el pollo con salsa de mango, mi último pollo con salsa de mango....

sábado, 8 de diciembre de 2007

La feria de Coro



“Hay manillas, hay manillas para su hija señora" grita Luciano mientras los venezolanos emergen de los pasillos, sin contemplar lo que ven, sin apreciar el producto. Sin embargo compran asiduamente lo que hay delante de ellos, el consumismo perfecto. Un desierto, montañas de arena donde los atardeceres nublan la visión, emocionan el alma. Las casas coloniales brotan de los cimientos con sus colores intensos; las hay rojas, amarillas, verdes, marrones y naranjas. Estamos viviendo entre el compartir y el cambiar el mundo, hacerlo mestizo y de ojos felices. Camino rápido por la avenida principal, vestido de rayas, con un sombrero de colores. Llego a la esquina, miro a mí alrededor y el sol esta empezando a bajar su intensidad, es la hora perfecta. El semáforo cambia su luz, de verde, juega con el amarillo y cambia al rojo; las pelotas vuelan por el aire, se cruzan, pasan por mi cabeza, debajo de mi pierna. Mis ojos sienten un juego de sombras a mis lados. Cuatro agentes de la ley se me acercan, me toman de las manos y me obligan a subirme a un auto....

“Súbase al carro malandro, que es eso de estar pidiéndole plata a la gente
“Pero señor yo lo que estoy haciendo es arte, hacer malabares me entiende...
“Usted porque anda así, sin casa, que hace en Venezuela?
“Estoy viajando señor
“Pero que tan mal están en su país ustedes los malandros?
“A ver papi si me dejas de decir malandro, ustedes saben hacer algo con las manos o solo pum, pum
" solo pum pum", me dijo mientras me miraba fijamente a los ojos.

Llegamos a la comisaría, monatañas de basura por todos lados, viernes a la tarde, momento de cerveza y whisky en el destacamento

" Jefe trajimos un chamo que estaba pidiendo en la calle"
El comisario: Ojos altones, moreno, encerrado en una oficina sin vida, sin ventanas.
" Sabe argentino va a tener que quedarse aquí contándonos sobre su vida por lo menos una hora, así no vuelve al semáforo a molestar a la gente...

Así fue, encerrado en una comisaría con 10 policías borrachos que hacían preguntas que iban desde lo gracioso a la insólito. A la salida me fui a la feria, a vender algunos cuentos, a hacer la plata del día....
Una tortilla de papa, un jugo de Guayaba y un marranito en Patineta...

Seguimos por el camino de la imaginación…. Cuidado por donde pisas…