Caminaba de espaldas al edificio Colpatria, sobre la carrera séptima, mientras unos pasos me seguían por detrás. El tráfico no dejaba cruzar a la gente, quizá era hora pico, quizá se había terminado el pico y placa. Era un tibio domingo de septiembre, y en el aire de Bogotá se respiraba solo cenizas. Volví a escuchar los pasos detrás de mí y pensé todos sienten que alguien los sigue en Bogotá. Cuando gire mi cabeza él estaba ahí, un muchacho, me miró y me mostró dos euros. “Cuantas cosas me puedo comprar con esto” me preguntó el joven. Su rostro tenía algunas manchas, parecían quemaduras de la noche anterior; estaba vestido con un manto negro, muy sucio. Su pelo negro que le llegaba por los hombros tenía algunos agujeros. “Así pasa, así son” me respondió cuando le pregunte quien lo había maltratado así. Toma esto es lo único que te puedo dar hermanito, un Varieté. A veces la policía por las noches los inyecta, los golpea, les prende picanas, los mata sin escrúpulos. Ellos caminan por las calles, pidiendo ayuda, mientras el consumismo les da bofetadas en la cara.
Las cenizas provenían de la montaña. Una nube gris estaba bajando desde las alturas, asfixiando de a poco a todos los habitantes de la ciudad. Me acuerdo que era el último domingo de septiembre y pensé en tomarme un cafecito en La Candelaria. Uhhh la Candelaria, un barrio de casas de colores, de artesanos, de bohemios, de escritores….
Llegue al Chorro de Quevedo (la plaza donde supuestamente empezó la ciudad) y me senté a escuchar a un cuentero… “¿Cúal es la diferencia entre un vidrio y un espejo?” me preguntó. Yo estaba pensando en el proceso bolivariano de Chávez cuando mi compañera me despertó. “Tal vez el material” le contesté y volví a sumergirme en la revolución. Cada vez se veía menos, el aire se había transformado en una densa masa que bajaba desde los cerros. Me levanté luego de dejarle una moneda al cuentero y comencé a vender Varieté ´s.
“Hola si que tal, muy buenas tardes… yo vengo viajando desde hace algunos meses y bueno está es la forma que tengo para solventar el viaje no…)
Pufff seguimos por el camino de la imaginación.
El sol bajaba, el calor se iba, el frío llegaba y esa espesa nube estaba cada vez más instalada en la ciudad. “El gobierno de Uribe apoyó la guerra contra Irak, el plan Colombia (riego indiscriminado de gilfosato sobre las plantaciones y sobre los campesinos colombianos, ósea guerra química contra el agua, el aire y el clima de este mundo) y vuelven a las Farc una potencia nacional” se escucha por las calles de Bogotá hoy. Una guerra, dos guerras, tres guerras. Un Vietnam, dos Vietnam, tres Vietnam. Llega la noche y el pueblo se esconde, ¿de que se esconden?. Entro a un bar, me siento a leer un libro de Andrés Caicedo, pensando en lo que esconde una ciudad en su interior. El norte y el sur, así se divide la gran metrópoli colombiana, pobres contra ricos. Levantó la cabeza y miró en la TV que la montaña se está incendiando. Llamo a la mesera y le pregunto “te puedo pagar con un Varieté”.
Bogotá, septiembre….