martes, 30 de diciembre de 2008

A seguir soñando

En este río caudaloso solo el tonto se confía, las corrientes son ojos de la tormenta que te lleva a donde le conviene, a donde sopla el viento. La temperatura es fría, es el terror que te asfixia el pecho, el mercado negro, pero sin embargo con un impulso subís a la superficie y nadas con todas tus fuerzas hacia un árbol que está cerca de la orilla, por la derecha, entre ramas y pinches peligros que no imaginas. La sensación de subirse a la rama es sorprendente, trepando entre la corteza sentís como todo tu cuerpo vuelve a tener calor, como el corazón que late como una bomba está a punto de explotar, sentís la vida, el recorrido, tu aliento, los impulsos que te llevaron a sumergirte en la aventura de un sueño.

De ahí volas a una nube que cae por la montaña, entre un vaso de chocolate caliente y una relajante hamaca tejida a mano, quedas hipnotizado por tres montañas verdes y el mar pacífico que ambienta y proyecta. Sentís una brisa que se cola por la ventana y fumas un cigarro tailandés, tu cara denota tranquilidad, efecto del chocolate...

Una carpa de circo, tres redoblantes que anuncian, dos trompetas que suenan, anunican el número que viene. Una muñeca rosada se sube a la cuerda floja y camina, trota, corre, rueda y se levanta. Baja por la ladera izquierda un monociclo, se sube a la cuerda también y pasa a toda velocidad, la muñeca salta y caé parada de manos, increíble destreza.

Como una mariposa volas entre las hojas verdes...
Como una lagartija brillas entre las hojas verdes...

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