lunes, 19 de marzo de 2007
El ombligo del mundo
Es envidiable, simplemente indescriptible. La energía se siente ya al llegar, al ver su catedral, al sentir la rebelión de Tupac Amaru II, al ver sus tejas rojas, sus vendedores ambulantes, sus faroles, sus pequeños niños, sus guías, sus fuentes...
Hay que sentarse en las escalinatas y observar. Quizás sólo sea una plaza, pero debajo de esas baldosas se ven correr los ríos de sangre, se siente el momento en que mama Ocllo dejo caer su clava de oro en el terreno, cuando dejaron de ser nomades para pasar a ser un imperio.
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