martes, 29 de enero de 2008

Difusión de Paisajes






El mar no cesa, sus aguas cubren las rocas de las orilla, un sin fin de sonidos que regala la naturaleza en su máximo esplendor, la magia de la canción. En el camino a la montaña se ven los caballos, madre e hijo que están saboreando el placer de la tranquilidad, tan próximos al descontrol de la urbanización, perdidos en tiempo y espacio. Cuanto más vamos a seguir destruyendo el mundo, será la basura lo que termine tapando los ríos más hondos, contaminando el núcleo que nos da de comer...
¿Como llega un plástico que cubre las latas de cerveza a la pata de un pato?
Los prisioneros van y los políticos se alimentan. Mientras Latinoamérica se une, y con rotunda descalificación se florea con la liberación de los secuestrados, el imperialismo tiembla entre los barrotes de su franja de cemento, perturbados por la posible recesión, temerosos ante una próxima debacle financiera, esperando el paso en falso para atacar por la retaguardia.
Los árboles crecen y sus frutos nos alimentan. Es maravilloso sacarse los zapatos en el bosque y pisar el pasto, la tierra, sentir los minerales que entran por el cuerpo, contemplar a nuestra madre tierra. Y seguir caminando, llegar a la montaña y mirar por encima de ella, desde las alturas contemplar el paisaje majestuoso y preguntarnos....
¿En qué cabeza cabe continuar con la destrucción de los paisajes soñados, la tala de árboles desmedida en el amazonas, la contaminación del Lago Maracaibo, el basurero derrochado por las grandes potencias hacia los países 3º mundistas?
Así pasan los años, entre quejas y tertulias, entre fuego y agua.
El mar se retira de la orilla, arrastrando todo a su paso, majestuoso ante los ojos de todos...

jueves, 24 de enero de 2008

Maikol el gnomo y la magia de los árboles



¿Qué linda es la Luna cuando aparece detrás de la montaña no?.
Fue ayer la última vez que caminé por Corrientes y Mario Bravo o tal vez estoy volviéndome loco. Anoche me desperté sobresaltado, pensé que estaba en Sarmiento, la persiana estaba baja, la habitación vacía. Me levanté y salí de la carpa, respire el aire puro que venía del mar y me puse a pensar ¿Cuantas lunas pasaron ya?
Hubo alguna en Perú, me acuerdo de una especial en Quito, ufff tantas en Medallo y esas maravillosas lunas de Cuyagua, esa luna que el mar ve salir naranja desde atrás bien atrás y despide cuando todo se está aclarando, al sur bien al sur.
Estoy sentado sobre una roca, en la arena, mientras ella duerme. La viejita está al lado mío, me mira y mueve la cola cuando la llamo, tan linda. Empiezo a caminar por la playa, los gegenes me persiguen, saben que en pocos minutos el sol volverá a brillar y tendrán que esconderse hasta el atardecer. El día está precioso, ni una nube cubre el cielo azul, que logra verse casi completo. Cruzó la boca del río Cuyagua, que se mezcla con el agua del mar, y empiezo a buscar leña, algún palo de bambú que haya quedado en el piso. Veo a Martín Pescador planeando por el río, algún pájaro carpintero haciendo su casita y como siempre la Viejita que me sigue de cerca, cuidando mis pasos. Mi andar es tranquilo, contemplando la madre naturaleza, nuestra madre tierra que tan espectacular es, tan brillante, tan mágica. De repente a lo lejos veo algo que se mueve, rápido salta de una roca a la otra. La perra empieza a ladrar y corre detrás de este nuevo personaje. Logró ver sus movimientos, son ágiles, como si no le gustará que lo vean...
¿Quién será este personaje?, ¿Qué estará buscando?
Continuará....

jueves, 3 de enero de 2008

Feliz año, Feliz 2008


Uhhhh Chamo, que rico empezar un año nuevo, nuevas historias, más anécdotas, en fin la vida. El 24 lo pasamos con Chicharron y los muchachos en Colombia, cerca de Bogotá. Hubo una rica comidita (todo muy vegetariano, Vida Sana), un paisaje soñado, pero a las 12 y media ya estabamos todos durmiendo, (esteque yo brindo a las 10 ehhh, ja). Nos desvelamos al otro día bien temprano y recorrimos la finca de Lolaima. Juntamos naranjas, guayabas, vimos Lulo´s, de todo un poquito. Por la tarde nos fuimos al río y Chicharron casi se cae trepando por las rocas, todo fue risas y sol. Entre el cajón peruano y el ui uiu uiuiu ahhhh ahhh, se nos paso la tarde, cantando "como un marranito en patineta" saborando un agua de panela. Año nuevo fue otra cosa Chamo, me acorde de ella, tan hermosa. Me subí a un camión y la busqué, la busqué hasta que la encontré. Venezuela me atrapó otra vez, tu sabes, así es que hay que viajar. Aunque faltán huevos, hay poca leche y la cerveza es light, Venezuela tiene su sabor especial. Nos encontramos en la terminal, me miró, la bese. Sí los perros también nos besamos y nos gusta mucho eso del amor. De ahí corrimos para Caracas, jaja, entre artesanías y malabares recibimos el año...

FELIZ 2008 Loco!!!!

Bueno espero que sea con fantasía este año, que sea con alegría, con imaginación, con paciencia y armonía... Por ahí me contaron que se viene otra en la familia (no es un error de tipografía, creo que es una nena) y que mis niños están hermosos, ni hablar de la familia, ahhh que lindo año para los pìbes y las pibas, y todos esos personajes del camino, esos derrochadores de magia....

Este nuevo año seguiremos con más historias, más aventuras, más cuentos, más Latinoamérica únida por la palabra...

Alegría nao tem fin

Caramelo dixit " Que siga la Rumba Chamo, las vainas y tal"

miércoles, 19 de diciembre de 2007

El día a día, la vida Chamo...

Estoy en el aire, estoy saboreando el pollo con salsa de mango, una última brisa de aire me da un gran impulso, me lleva a develar una incógnita. Una extraña sensación me invita a pensar que hay algo más detrás de esa puerta, una luz en el infinito. La historia con Pelusa fue libre desde el primer momento, free si me entiendes?, ambos sabíamos que mucho no podía durar, no valía la pena precipitarnos, pensar en un futuro cuando ser joven es una bendición. Sin embargo, que se haya encontrado con ese montañero sí que me dejo sin aliento, a mí haberme dejado por ese grandulón, así es, así son las chicas. Aunque estaba dolido por la situación (poco lo demostraba igualmente) me quede en la playa, me atrapo la suavidad, el aire de mar, esa atmósfera perfecta entre los caracoles y la arena. Los fines de semana comíamos mariscos y tomábamos ron, buen ron. En la semana nos buscábamos la vida, tu sabes, rastrillando la basura, alguna buena frutica y a bañarnos al río. "Hay que seguir viajando mi hermano" eso me dijo una noche sin estrellas Cara de Loco. Él era extranjero, del sur me dijo, aunque nunca le entendí bien de que país. El tipo era flaco, tenía la mirada perdida, buscando siempre alguna anécdota que contar. Un perro digno, dispuesto a ayudar a quien lo necesite, solitario, melancólico, pensando siempre a la luz de la luna. Chicharron andaba con él a veces también, aunque Cara de Loco era solo, andaba solo. Él me enseño mucho, un idealista. También estaba La Viejita, la más respetada entre los perros de la playa. Ella andaba de costado, con sus tetillas cerca del suelo, tan dulce, tan especial. Luego de haber masticado burda de huesos sus dientes delanteros estaban flojos, pero su vitalidad y sabiduría crecían día tras día. Ella me ayudo mucho cuando llegue a la playa, me adoptó, me mostró como se guerreaba, el día a día, la vida Chamo. Ni las garrapatas nos paraban en ese entonces, éramos libres, éramos la revolución. Un día llego, a todos nos llega y a Cara de Loco le llego. Era una tarde hermosa, los zancudos nos rasguñaban la espalda, la Viejita se rascaba mientras me sacaba la lengua, guiñándome los ojos, tan linda. Yo cantaba " y me pongo loco y fantaseo con el mar" volvía en mí, miraba al horizonte y más allá, cuando de improvisto llegó Chicharon. "Que pasa Chicha" le dije, y él solo me miro, esa cara de zorro triste me avisaba una nueva fatalidad; "Hey Caramelo es Cara de Loco, está mal". Todos corrimos, aunque llegamos tarde, muy tarde. Cara de Loco yacía tirado en la arena, con una herida abierta en el pescuezo, tiritando, indefenso entre el dolor y lo desconocido. Lo miré, me miró, nos unimos en un solo ladrido de auxilio. "Fue el Negro, el que está con Pelusa" me dijo Chicha. Volteé la cabeza y ahí estaban esos ojos amarillos, punzantes, buscando saciar su hambre. Fue entonces cuando fuimos por él. Los Valientes perros buscan al asesino, pensé que dirían los periódicos, pero solo nos quedamos viéndolo, sin poder decirle nada. Pasaron los días y enterramos a Cara de Loco, todos lloramos al extranjero. La vida siguió en la playa, pero la vibra no era la misma, menos música, más Ron. Sí, me perdí en la bebida, en la depresión. La magia estaba en el aire, aunque no la encontraba, tu sabes, aparece en el momento preciso. Chicha se fue, se enamoro de un coronel, como la farolera, y partió hacia Puy Puy, nunca más lo volví a ver. Yo por fin coroné una familia de maracuchos, y me fui de la playa y de Pelusa. Empecé a comer bien, a jugar al golf los fines de semana, whisky and Rock n´Roll. Siempre voy a extrañar esos días de aventuras. Nunca volví a ver a ninguno, aunque a veces se me aparecían en la mente, buscándome, persiguiendo el sueño venezolano.
La última escena que recuerdo de mi vida fue cuando se abrió esa puerta, allí estaba, tan hermosa, con ese ángel en sus ojos, sus piernas delgadas, su dulce mirada, primavera y frutillas con crema. No, no era Pelusa, era la Viejita que me invitaba el pollo con salsa de mango, mi último pollo con salsa de mango....

sábado, 8 de diciembre de 2007

La feria de Coro



“Hay manillas, hay manillas para su hija señora" grita Luciano mientras los venezolanos emergen de los pasillos, sin contemplar lo que ven, sin apreciar el producto. Sin embargo compran asiduamente lo que hay delante de ellos, el consumismo perfecto. Un desierto, montañas de arena donde los atardeceres nublan la visión, emocionan el alma. Las casas coloniales brotan de los cimientos con sus colores intensos; las hay rojas, amarillas, verdes, marrones y naranjas. Estamos viviendo entre el compartir y el cambiar el mundo, hacerlo mestizo y de ojos felices. Camino rápido por la avenida principal, vestido de rayas, con un sombrero de colores. Llego a la esquina, miro a mí alrededor y el sol esta empezando a bajar su intensidad, es la hora perfecta. El semáforo cambia su luz, de verde, juega con el amarillo y cambia al rojo; las pelotas vuelan por el aire, se cruzan, pasan por mi cabeza, debajo de mi pierna. Mis ojos sienten un juego de sombras a mis lados. Cuatro agentes de la ley se me acercan, me toman de las manos y me obligan a subirme a un auto....

“Súbase al carro malandro, que es eso de estar pidiéndole plata a la gente
“Pero señor yo lo que estoy haciendo es arte, hacer malabares me entiende...
“Usted porque anda así, sin casa, que hace en Venezuela?
“Estoy viajando señor
“Pero que tan mal están en su país ustedes los malandros?
“A ver papi si me dejas de decir malandro, ustedes saben hacer algo con las manos o solo pum, pum
" solo pum pum", me dijo mientras me miraba fijamente a los ojos.

Llegamos a la comisaría, monatañas de basura por todos lados, viernes a la tarde, momento de cerveza y whisky en el destacamento

" Jefe trajimos un chamo que estaba pidiendo en la calle"
El comisario: Ojos altones, moreno, encerrado en una oficina sin vida, sin ventanas.
" Sabe argentino va a tener que quedarse aquí contándonos sobre su vida por lo menos una hora, así no vuelve al semáforo a molestar a la gente...

Así fue, encerrado en una comisaría con 10 policías borrachos que hacían preguntas que iban desde lo gracioso a la insólito. A la salida me fui a la feria, a vender algunos cuentos, a hacer la plata del día....
Una tortilla de papa, un jugo de Guayaba y un marranito en Patineta...

Seguimos por el camino de la imaginación…. Cuidado por donde pisas…

martes, 27 de noviembre de 2007

Ay Caramelo...




Estoy por llegar a la puerta, solo me falta un brinco más, un pequeño salto, quizá un rebote y llego, a ese pollo con mango. También nos gusta andar con Chicharron. El tipo es respetado en la playa, uno de esos compañeros con los que hay que llevarse bien. Chicharron es tricolor: marrón, blanco y negro; el pelo bien rizado y con aliento a chicharron. Su caminar es erguido, elegante; el hocico es recto; su mirada penetrante. Tenemos una pacifica relación, aunque con esa cierta desconfianza con la que andamos con la gente, la normal pues. Recuerdo una noche sin luna que nos perdimos entre el impulso y la incertidumbre. "Vamos por ella Caramelo" me dijo, " si va, si va Chicharron" le respondí. La aventura era difícil, pero intensa. Dos perros, un camino, y un solo objetivo: encontrar a Pelusa. Salimos por el barrio, comimos algo en el restaurante de mariscos y seguimos viaje, dejamos los fantasmas atrás.
La orilla de la playa de Cuyagua estaba cubierta de piedras, el mar nos regalo una brisa que había acelerado el oleaje, mientras una nube de mosquitos nos perseguía saciando su sed. "Hey usted sabe que si trepamos esa montaña llegamos al Vigía" le dije a Chicharron. El Vigía, una extensión montañosa que desciende al mar y desde donde se puede contemplar toda la playa, era una misión peligrosa. Una extraña sensación se había apoderado de mis prioridades, aunque en el fondo sabía que quería impresionar a Pelusa, tú sabes, aparecer desde lo alto de la montaña, conquistarla otra vez. "Hay que caminar en silencio, el sendero es peligroso " me advirtió Chicharron determinando que el impulso se había convertido en una próxima acción, una realidad. Comenzamos la travesía trepando algunas rocas filosas, mientras la adrenalina se esparcía por nuestro cuerpo como las burbujas estallan en el agua cuando hierve. Las estrellas se asomaban entre la sombra de los árboles, nuestra respiración estaba agitada, muy agitada. La cuesta estaba empinada, requería de saltos estratégicos, calculados con exactitud, cada pata, cada huella. "Cuidado chamo" me advirtió Chicharron, pero ya era demasiado tarde. Mis dos patas delanteras se resbalaron, se deslizaron como dos patines sobre la superficie y caí como un trompo hacia el vacío. Fue todo muy rápido, creo que me desmayé. Estaba echado en la arena, había caído muchos metros y allí la olí, ese intenso aroma a jazmín, a fresas con crema en primavera, a mariposas que revolotean en la panza. Cuando abrí los ojos allí la vi, sentada al lado mío, mirándome sorprendida. El problema (siempre hay un problema entre los perros) era él. Sus ojos amarillos, su pelaje oscuro con tintes marrones, una mezcla de doverman y perro de la vida, un sujeto sin sonrisas. "¿Caramelo qué pasó? me dijo ella y yo cerré los ojos otra vez. Cuando los volví a abrir allí estaba Chicharron. "Fue un espíritu Chicha, ellos se fueron caminando al mar" le dije y los parpados se me cerraron nuevamente perdiéndome entre las sombras de la noche.

Continuará

martes, 20 de noviembre de 2007

El espectáculo va a comenzar: 3,2,1 --- ATENTOS


El mar se mueve ante tus ojos, una alfombra azul que se despliega formando olas que se estrellan contra las rocas. En medio de la inmensidad un cardumen se pasea esquivando las redes de los pescadores. Hay una breve brisa que entra calmando la sed de los lugareños, más de uno está buscando cocos para beber su refrescante agua. Me siento a buscar la línea del horizonte, es una eterna recta que separa el cielo del mar. A lo lejos llego a divisar un barco carguero, parece un camaronero perdido en medio del océano. El barco tiene colores claros: blanco, rojo, naranja quizá. Es un punto en la línea, aunque no se ubica en el centro; está inclinado hacia la derecha coqueteando con las montañas. A mi derecha hay un perro; es marrón claro y tiene una mirada perdida. El perro está dormido, se mueve un poco, creo que está soñando.

El marinero perdido

- Edwin adelante la cena por favor que hay un ventarrón en el mar
- Sí mi capitán
- y por favor avísale a Tiago y a Paco que terminen de guardar el pescado y te den una mano.
Edwin asiente con la cabeza frente al capitán Burstainer y luego voltea en dirección contraria buscando la cocina del barco. Edwin es pequeño de tamaño, aunque a sus recientes 28 años todavía luce su cara de niño imberbe.
- Tiago este que Paco, dice Burstainer que me pelen la zanahoria cuando terminen el pescado
Las carcajadas no tardan en llegar
- Cada día más marico Edwin

Paco y Tiago son inmensos, dos roperos flotando en el mar. Paco es un poco más viejo, y se nota a simple vista que no le gusta que lo molesten ni lo cargoseen mucho. Tiago tiene una sonrisa muy particular: le faltan los dos colmillos. La cocina del barco es pequeña, pero es normal para estar en un barco. El ambiente huele a pescado y hay una vela encendida en cada esquina, iluminando las caras de nuestros protagonistas. Mientras tanto Tiago corta los camarones con los dientes.
- “Es una técnica que aprendí en Puerto Cabello”, aclara mientras escupe la piel del camarón.
Las mesadas tienen una gruesa pared de grasa encima, y en el piso está regado de cáscaras de yuca y escamas de sábalo. Los tres marineros están trabajando en la cocina, en orden, con el mismo ritmo. Tiago sigue escupiendo la piel de los camarones, disfrutando el sabor del pescado fresco. En ese momento, casi de improvisto, un camarón que había quedado vivo ataca a Tiago y le arranca un diente que tenía flojo.
- ahhhhhhh mis dientes, mamahuevo, mis dientes.
Edwin y Paco estallan de risa. Edwin se tira al piso y se hace pis de tanto reirse.
- mira el marico no puede aguantar la risa, dice Paco.
Tiago se toma la cara y corre hacia la popa del barco. Sube la escalera de madera corriendo, dando grandes pasos, salteando algunos escalones; en el camino se estrella contra el capitán Burstainer y tras unos cuantos pasos se golpea la cabeza contra el tímón y cae girando como una clava hacia el océano......

Caramelo


Éramos dos, éramos felices, éramos perros. Corrí hasta la puerta de la casa y en mi carrera desenfrenada solo pensaba en rascarme la cola, girar el pescuezo y morderme arriba de la cola tironeando el pedazo de cuero. Sin embargo es sumamente importante que llegue a la puerta de entrada, quizá hay algo de comer, ese olor ya lo sentí algunas vez, es pollo con papas y tiene salsa de mango. Algunos perros disfrutamos mucho el pollo, otros prefieren las carnes rojas y los pescados. A veces salimos con Pelusa y damos vueltas, muchas vueltas. Recuerdo todavía cuando nos parábamos en frente del restaurant de mariscos y yo le preguntaba a Pelusa:
" ¿Pelusa que querés comer?"
Solo era mirarnos y entender que había mucho más que una historia de amor allí. Yo le decía que éramos la Luna y el Sol, que éramos magos volando entre los espejos, pero en el restaurant siempre hablábamos de mariscos. Pelusa era de clase alta, una chica que no se pierde con cualquier perro callejero. Su padre era ovejero alemán y su madre una chica de la playa. "quiero pescado" me dijo ese 21 de noviembre, pero yo presentía que solo habría pollo esa noche. Así vagamos por los barrios, jugábamos con los primos, perseguíamos gatos, era pura la energía con Pelusa. Un día ella me dejo y se fue a la playa, me dijo que a tomarse un tiempo para pensar. "Fino Chamo" me dijo y se fue. Antes de irse me dejo una carta: " Una vez conocí un mago, un constructor de sensaciones que cargaba mazos de cartas, luces y hasta dados de colores. Me enseño que el arte de la magia es una simple ilusión. En la playa los espíritus se ven en el mar" eso solo decía la carta. Me asusté Pelusa, y no te acompañe, no estaba preparado para espectros ni magos todavía. Tus ojos eran grises Pelusa, así fue que nos besamos en la oscuridad. Estoy por llegar a la puerta, solo me falta un brinco más....

Continuará